En el calor del momento, me vi sola en mi acogedora cama, anhelando el roce de un cuerpo de amante.Con un hambre insaciable, alcancé mi palpitante hombría, dispuesta a llevarme al borde del éxtasis.Mi mano acarició expertamente mi eje, enviando cada movimiento olas de placer a través de mis venas.Mientras me tumbaba allí, perdida en las gargantas de mi propio placer, pude sentir mi clímax edificándose, mi cuerpo temblaba con anticipación.Con un golpe final, desesperado, llegué al pináculo del placer, mi cuerpo convulsionando como ráfagas calientes de semen estallaron desde mi miembro palpiante.La vista de mi propia liberación, brillando contra mi piel, fue un testimonio del intenso placer que acababa de experimentar.