He tenido mi parte justa de exnovias, y sus tías no son la excepción.Una en particular me dejó una marca indeleble, no solo por sus miradas despampanantes, sino también por su apetito insaciable de sexo.Avance rápido a unos años de relación a largo plazo, y me encontré sola con ella una vez más, esta vez bajo el pretexto de una reunión de negocios.Pero en cuanto estuvimos solos, se hizo evidente el verdadero motivo de nuestro encuentro.Ella dolía por otro sabor de mí, y no se cortaba por dejarme saber.Lo que siguió fue un encuentro apasionado que nos dejó a ambos sin aliento y anhelando más.Fue un viaje salvaje, lleno de lujuria y deseo crudo, mientras nos explorabamos mutuamente los cuerpos de la manera más íntima.Fue todo un recordatorio de la innegable química que compartíamos, una química que se negó a desvanecerse con el tiempo.Y a medida que me separaba, no pude evitar preguntarme si nuestros caminos se cruzarían de nuevo, y si es así, qué nuevas alturas de placer alcanzaríamos juntos.