Estaba en el baño cuando vi a mi hermanastra a través de la ventana de vidrio helada.Ella se estaba duchando, su cuerpo enjabonado se estremecía bajo el agua.No pude evitar mirar, mis ojos rastreaban cada curva de su cuerpo.Cuando me pilló, no se enojó.En cambio, salpicó agua juguetona sobre mí, convirtiendo la situación en un juego.Mientras seguíamos provocándonos, las cosas comenzaron a calentarse.La tensión entre nosotros era palpable, y no tardamos en encontrarnos en la cama, nuestros cuerpos se entrelazaban en un abrazo apasionado.El intenso placer que experimentamos juntos valió la pena el riesgo de ser atrapados.La vista de ella, desnuda y vulnerable, era un espectáculo para contemplar.Su agujero apretado, ahora estirado y usado, fue un testimonio de nuestro deseo compartido.Este fue un momento que nunca olvidaría, un momento de placer prohibido que nos dejó a ambos sin aliento y satisfechos.