Yo siempre fui un poco rebelde, y mi hermanastra no era la excepción.Era una zorrita viciosa con un gran culo que solo suplicaba que le nalguearan.Un día, la pillé jugando con ella misma debajo de la mesa, con los dedos gorditos acariciando su coño.No pude resistir la tentación y decidí unirme, dándole un pequeño empujón.No le importó, por supuesto, y pronto estuvo de rodillas, metiendo mi gran verga en su boca.Era un espectáculo para contemplar, su gordo cuerpo se retorcía mientras me daba una mamada con garganta profunda.Podía sentir cada centímetro de ella, sus suaves labios y lengua explorando cada centímetro mío.Fue una escena caliente, una que nos dejó a ambos completamente satisfechos.¿Y la mejor parte?Nos salimos con la suya, nuestro secreto a salvo de mirar indiscretos.Fue un viaje salvaje, uno no intercambiaría por nada en el mundo.