Siempre he sido un fanático del tabú, y nada me hace bombear sangre como desviarme de la norma.Entonces, cuando tropecé con el secreto apaño de mi madrastra del equipo de travestismo, no pude resistir las ganas de probarlo por tamaño.Poco lo sabía, esto no era solo un atuendo regular: era una puerta de entrada a un emocionante encuentro con mi propia madrasdrastra transexual.Cuando me metí en su lencería ajustada, no pudiendo evitar sentir una emoción de excitación cursando por mis venas.Cuando entró, sus ojos se iluminaron al verme en su ropa, su polla se abultaba contra la tela de sus bragas.La vista de ella, una ladyboy con una polla, era un espectáculo para contemplar.Mientras intercambiábamos placeres, no pudimos evitar ser atraídos a su hombría, un testamento pulsante y palpitante a su único atractivo.Lo que siguió fue un torbellino de amor transexual, un baile de deseo que ambos nos dejó por más sin aliento y un año.