Un joven empleado estaba ocupado trabajando hasta tarde en la oficina cuando de repente sintió una intensa necesidad de liberar parte de su energía sexual acumulada.Se bajó el cierre discreto del pantalón y comenzó a darse placer, perdido en el momento.Poco sabía, su jefe lo había estado observando a través del espejo en la puerta de su oficina.Al confrontar al empleado, el jefe le advirtió severamente sobre los límites de la conducta profesional y las posibles consecuencias de tales acciones.Sin embargo, el jefe no pudo evitar notar la excitación de los empleados y decidió aprovechar la situación. Ordenó al joven a arrodillarse y proceder a darle placer con su boca, sin dejar ninguna pulgada de su miembro palpitante intacta.Como el jefe se tomó su tiempo para saborear cada momento, también se aseguró de darle al empleado un poco de sabor de su propio placer, explorando cada centímetro de su cuerpo peludo y ansioso.El encuentro dejó a ambos hombres completamente satisfechos y al empleado con una comprensión clara de la importancia de la conducta profesional en el lugar de trabajo.