En las primeras horas de la mañana, una belleza asiática de rostro fresco y joven se encontraba en un estado de deseo desenfrenado.La vista de su coño rosado y perfectamente afeitado la tenía dolorida por la satisfacción, y sabía cómo satisfacer sus propios antojos.Con una sonrisa traviesa, bajó hasta sus delicados pliegues, provocándose con suaves toques.Sus dedos bailaban sobre su piel sensible, acercándola cada vez más al borde.Al deslizar sus dedos dentro, su cuerpo se tensó por el placer, sus gemidos resonaban en la habitación tranquila.Esto no era más que cualquier clímax, sino una experiencia orgásmica lujosa que la dejó sin aliento y satisfecha.Una y otra vez, se llevó al borde, cada vez más intenso que el anterior.Esta fue una sesión casera, de auto-placer que solo una joven insaciable podía dominar, dejándola radiante y cumplida por su ritual matutino.