Imagínate encontrarte en una casa de cine sonriente, de esas que se ven mejores días, con asientos desgastados y un olor musculoso que aguanta en el aire.El único otro patrón es un caballero mayor, de tipo papá, que parece estar perdido en su propio mundo.A medida que te acomodas, no puedes evitar notar que su atención es atraída hacia tu dirección.Sientes un cosquilleo de excitación mientras él te anima sutilmente a explorar tus deseos.Y así, comienzas a acariciarte, la emoción del prohibido sumando al placer.El papá mira, un sonrisco jugando en sus labios como él hace lo mismo, su mano se mueve rítmicamente bajo la cubierta de su chaqueta. La iluminación tenue y los ecos de las películas antiguas jugando de fondo crean una atmósfera de placer sucio y cinematográfico.La tensión se acumula, los asientos crujiendo con cada movimiento, el único sonido en el teatro desierto.La vista del papá acariciándose solo agrega combustible al fuego, haciendo que la experiencia sea aún más emocionante.Y luego, con un grito ahogado, alcanzas tu clímax, el placer se desborda.El papá sonríe, su propia liberación evidente debajo de su chaqueta.Las luces vuelven a encenderse, y el teatra está tan vacío como antes, sin dejar rastro del encuentro íntimo.